Hace muchos años, desde Burzaco, donde hay varios viveros de la colectividad japonesa, muy conocedores de los secretos vegetales, le traje a mi padre dos plantas de kiwi injertadas. La ventaja de ser injertados es que con una sola planta ya da frutos, de lo contrario, en la zona se consiguen sin injertar, y hay que plantar cerca dos ejemplares, uno macho y otro hembra.
Ayer tomé esta foto, donde se pueden ver los pimpollos de las flores. Como me había dicho el señor que me las vendió, tuvimos que esperar 5 años para probar los primeros kiwis de Zavalía. Valió la pena, son riquísimos, de gran tamaño. ¡Viva la vitamina C!